30 de diciembre de 2008

NOCHE DE FANTASMAS (Continuación)






Pasado casi un año de aquella grabación, llegó destinado al Cuartel de aquel pueblo un Cabo de la Guardia Civil procedente de Barcelona, que tenía en la misma proporción tanto interés como miedo sobre estos temas, le apasionaban los programas nocturnos sobre fenómenos paranormales, pero a la vez le aterrorizaban. Tras contarle la historia de aquella “psicofonía” decidimos que él sería la victima perfecta, así que nos dispusimos a ir sugestionándole con sutileza sobre todo tipo de fenómenos (algunos ciertos y otros pura invención) ocurridos en el Ayuntamiento.
La broma debía de ser perfecta, así, semanas antes de hacerla dejamos de hablar de temas esotéricos, en su subconsciente ya había suficiente información para que le llegara un “deja vu” de todo lo que había escuchado cuando comenzaran los efectos y no queríamos sobrecargar el ambiente.



.Al principio todo iba a consistir en fingir un fenómeno “Poltergeist”.
En aquel antiguo Retén había una mesa a modo de recibidor donde estaba la centralita, detrás de ella y desde hacía años, había apilada en una estantería una vieja máquina de escribir “setentera” que al parecer nadie se decidía a tirar. Nos pareció que conseguir hacer escribir esa máquina sola seria además de un “puntazo”, más que suficiente, pero nuestra imaginación se empezó a disparar y aquello acabó siendo sólo el primero de toda una serie de fenómenos paranormales.
La idea era utilizar a la pareja de Policía de servicio de gancho, citarles en el Consistorio sobre las tres de la mañana con la excusa de un café y que comenzara la “fiesta” .
Para el montaje teníamos a la persona ideal, un oficial apodado “MacGuiver”. Todo dicho ¿no? Es un autentico “manitas” y para esta ocasión se lució. Ató a las teclas de la máquina hilo de pescar, las pasó por debajo de una mesa y colocó varias cajas de folios para poder esconderse debajo. Las teclas elegidas: SOS mayúsculas. Cuando hicimos la prueba, la verdad, hasta sabiéndolo sobrecogía. Ver aquella vieja máquina con caries, escribiendo en un rincón sola era inquietante.
Después pensamos que probablemente cuando la viera se echaría varios pasos hacia atrás, con lo que quedaría situado justo debajo de la enorme lámpara central del recibidor, así que también atamos hilo de pesca a ésta, y alguien, desde la oscuridad de las escaleras tiraría de ella provocando un fuerte balanceo. A su vez, otro patalearía como si bailase claqué por la Sala de Plenos situada justo arriba del recibidor, provocando la sensación de ligero terremoto.
Si para entonces todo había salido bien, en ese momento intentaría salir de allí por piernas, si no le había dado un ataque ya, por lo que acordamos pasar el pestillo disimuladamente antes de comenzar la broma para abortar este intento mas que posible de huída.
Yo me imaginaba a aquel pobre hombre absolutamente presa del pánico, y me daba entre risa y miedo pensar en las consecuencias. Intenté convencer a los guionistas de aquella farsa que sería suficiente, pero a “McGuiver” se le ocurrió que pasando el hilo por detrás de las chinchetas de todos los folios que habían clavados al corcho del tablón de anuncios, éstas saldrían disparadas y a la par, los folios planearían por el aire. No estábamos seguros de si el efecto sería proporcional al trabajo pero lo probamos y aquello era lo mejor de la broma…. Espectacular efecto, el “summum” de la fiesta. Sólo nos faltaba una UVI móvil en la puerta para que fuera la broma perfecta, así que aunque algo acojonados por cómo podía responder a tal cóctel de fenómenos, nos la jugamos.
Yo estaba de servicio con una compañera de risa floja, que me preocupaba mucho que explosionara en algún punto crítico. Después de aleccionarla con algún truco por si le daba por descojonarse todo estaba listo.
En la noche de autos, una hora antes de la cita abrimos a los participantes, tres en total, todos compañeros fuera de servicio que tuvieron tiempo suficiente de preparar todo y colocarse en sus puesto.
El que estaba de servicio con el Cabo también sabía lo que iba a ocurrir, así que a la hora acordada llamamos por radio:
-Eco Charly para Delta 1
- Adelante para Delta 1
- Si no tenéis nada vamos a tomar un café en central, ¿os apetece?
- Recibido, vamos para allá.
Mientras llegaban empecé a ponerme nervioso, sabía que la broma tenía calidad suficiente para que se la tragara hasta el más escéptico, pero conociendo lo sugestionable que era aquel tipo, no estaba seguro de lo que iba a pasar, pero la verdad es que la broma no había empezado y ya nos lo estábamos pasando de miedo, nunca mejor dicho.
Al rato entraron por la puerta, cuando miré al “Malaguita” (compañero de servicio del Cabo) que sabía la que se avecinaba sofoqué una sonrisa nerviosa mordiéndome las mejillas por dentro.
El cabo se colocó apoyado en el mostrador, justo de cara a la máquina de escribir, mientras, mi compañera Cristina pasó con cuidado el pestillo de los portones de la entrada.
La clave para empezar la fiesta era decir “café”, dicho esto los fenómenos iban a sucederse uno detrás de otro.



.
Cristina se acercó a la máquina y con una moneda en la mano dijo:
-¿Alguien quiere un café?
-(Café)- pensé – (Esto va a empezar)
Mientras Cristina sacaba los cafés, yo ya estaba oyendo las teclas de la máquina sonar a mi espalda, pero el ruido de la máquina escupiendo el café lo disimulaba tanto que no se oía apenas.
“McGuiver” que era el encargado de hacerla funcionar bajo aquella mesa se dio cuenta y paró hasta que quedó todo en silencio y el Cabo colocado de cara de nuevo. Mientras éste movía el café con la cucharilla volví a oír a mis espaldas las teclas de la máquina, y tras ver como éste buscaba con la mirada de donde venía ese ruido vi un primer plano de su cara desencajándose:
-¡¡Diossss!! ¡¡¡Dios!!!- dijo vertiendo medio café en el mostrador.
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Le dijimos fingiendo extrañeza.
- ¡¡ Un fenómeno “Pols”!! – Gritó señalando aquella máquina- ¡¡Un fenómeno Pols!! ¡La máquina! ¡La máquina está escribiendo!! ¡¡Dios!!.
Nos volvimos todos de golpe y vimos como en aquel cacharro tres teclas se hundían y el carro iba moviéndose a medida que éstas golpeaban una y otra vez.
Tal y como habíamos previsto, éste se alejo unos pasos atrás mientras hacia todo tipo de muescas nerviosas y resbalaba sus grandes manos una y otra vez por su cara como quien no da crédito a lo que ve.
Nos acercamos con cautela a la máquina mientras éste seguía resoplando como un caballo.
Entonces dijo:
-¡¡¡Tiene una cadencia!! Tiene una cadencia, no lo oís?!! Es un mensaje en clave…- Dijo flipando comenzando a rebosar esoterismo.
- Ponle un folio- dijo Cristina, -¿A ver que quiere decir?-
Si aquello no se hubiera tratado de una broma sería yo mismo el que hubiera salido por la ventana de allí, pero fingiendo un acto heroico dije
- Yo se lo pongo!!
Tras enroscarle un folio salí pitado como si fuera a explotar un petardo para darle más credibilidad a la acción. La máquina dejó impreso su mensaje SOS SOS SOS, tiré del folio y le dije con falso pánico dejándolo sobre el mostrador:
-Mira el mensaje
-¡¡Dios!!- ¡¡Tenemos que salir de aquí!!- Está pidiendo ayuda!! Alguien está pidiendo ayuda!!! - diciendo esto se dirigió hacia la puerta, la lámpara llevaba un rato bailando sobre nuestras cabezas pero éste no miraba hacia arriba.
-¡Mira! Le dijimos todos señalando el techo para retardar su intento de salir de allí.
Cuando miró hacia arriba flexionó sus rodillas como un resorte, como intentando esquivarla a pesar de que estaba a casi dos metros por encima de su cabeza, y mientras ésta se balanceaba el techo comenzó a temblar, sonaba como un trueno lejano y la vibración parecía que se extendía al edificio entero. A todo esto, el que movía la lámpara, antes de que le dijéramos que mirara hacia arriba, le había dado con demasiado ímpetu al observar éste no se daba cuenta, lo que hizo que una de las tulipas se desprendiese, y fuera del guión previsto cayera al suelo rompiéndose en mil añicos.
-¡¡Ostia!! Tenemos que salir de aquí.- decía casi ahogándose.
Yo veía como a esas alturas Cristina estaba descojonándose sin miramientos, le dije que se fuera al aseo si eso ocurría, pero la tía no quería perderse un segundo de aquel show, pero el Cabo estaba tan absolutamente absorto y casi abducido por el pánico que no hubiera salido de su shock ni viendo aparecer a las “Mama Chicho” bajando por las escaleras cantando.
Intentamos moderar nuestro falso pánico para suavizar la sugestión pero éste no paraba quieto intentando salir.
-¡¡¡¿Cómo coño se abre esto??!! ¡¡Abrir la puerta!! ¡¡Estamos atrapados!!
-¡Espera!- le dije- Está el pasador echado, no estamos atrapados, ya la abro.- Le dije con la calma con la que se le habla a un loco, para tranquilizarle.
Justo en ese momento las chinchetas del tablón de anuncios salieron disparadas, y decenas de folios planearon por los aires en aquel recibidor que ya era la casa de los horrores.
Me apresuré a abrir la puerta porque a aquel hombre parecía que le iba a dar algo. Salió disparado sin mirar atrás, y no dejó de hacerlo hasta que llegó a una sucursal del BBV que estaba a unos cincuenta metros. Miré preocupado por si alguien que pasara por allí hubiera visto la escena; ver a un “picoleto” saliendo del Ayuntamiento corriendo como alma que se lleva el Diablo hubiera sido cuando menos difícil de explicar. Afortunadamente dada las horas no hubo ningún testigo de aquella carrera del pánico.
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Mientras todos salían como “zombies” de sus escondites yo me dirigí hacia él ya dispuesto a decirle que era una broma, pero al verme acercarme sonriendo como si nada hubiera ocurrido debió pensar que el “Maligno” me había abducido, y yo iba a hacer lo mismo con él…. Hube de gritarle en medio de la calle que era una broma para que no siguiera corriendo.
Poco a poco nos acercamos al Ayuntamiento, mientras, le explicaba por el camino los pormenores, le llevaba cogido de un brazo como si fuera un anciano, pero no terminaba de reaccionar, por un momento me acojoné pensando si no le habríamos provocado un shock post-traumático o algo así, cuando entró en el zaguán de nuevo, con todos los “actores” anónimos descojonados, “McGuiver” se acercó a él y le dio una abrazo, y tras él todos los participantes.
- Pero qué pedazo de hijos de puta sois todos- dijo con una tímida sonrisa secándose el sudor de la cara con la palma de la mano.
-Buf!- pensé- por fin ha reaccionado-
Estuvimos un buen rato explicándole todos y cada uno de los fenómenos, y tras reírnos un buen rato dijo con cierto entusiasmo
-Esto hay que volver a hacérselo a otro pringao, cabrones!!

24 de diciembre de 2008

NOCHE DE FANTASMAS








Voy a contaros una fabulosa historia de fantasmas acaecida hace unos cuantos años ya en un pequeño pueblo de la provincia de Alicante, cuyo nombre voy a omitir, pues es el lugar donde trabajo, y a pesar de que los hechos ocurridos no fueron más que una broma perfecta, de alguna forma no se si es muy ético el contar dónde ocurrieron.
Os diré para quien no me conoce, que desde hace años, trabajo como Policía Local en ese pueblo. Por aquel entonces, las nuevas instalaciones de nuestro Departamento no habían ni comenzado a construirse, y teníamos el Retén Municipal en el mismo Ayuntamiento, un edificio de tres plantas coronado por un palomar que tiene un porte fantástico, bellísimo, pero no exento de cierto toque tétrico, especialmente de noche.
Aquel edificio tiene, dada su extraordinaria antiguedad, su historia. Se construyó por orden del Duque de Hijar, quien tenía numerosas propiedades por la provincia y fuera de ella y que acabó sus días en la cárcel acusado de conspirar contra el Rey. Pero en su esplendor fué toda una eminencia por aquellos años. En la guerra civil se utilizó como cárcel y Hospital, y todavía reza en su fachada con un vetusto azulejo sin brillo en el que se puede leer "Casa Consistorial y Cárceles del Partido".
Tiene dos pesadísimas puertas de madera y un espacioso recibidor, con una escalera central de mármol blanco que llevan a varias oficinas, el salón de Plenos y la Alcaldía. A partir de ahí, para subir al resto de plantas la escalera se torna lúgubre y descuidada, con escalones de yeso, paredes con humedad repintadas y una barandilla de gruesas varillas sin adorno alguno, como si condujeran a una mazmorra, aunque en realidad dan al Departamento de Urbanismo.
Durante el día tiene un ajetreo continuo de personal, que no hace reparar en que se pueda transformar en un lúgar casi fantasmagórico . Pero llegada la noche, con el silencio absoluto en todos los rincones y ese porte de mansión decadente, resulta un lugar inquitante...
Una noche estábamos de servicio junto con la Guardia Civil, que por entonces salían tres noches a la semana de servicio dada su escasa plantilla. Uno de los Guardias era muy aficcionado a las "psicofonías" y estaba deseando colocar una cinta en la planta superior, especialmente a raiz de haber tenido algún sobresalto alguna noche.
Personalmente yo he sido testigo de dos: en una ocasión oímos con claridad unos pasos en el Salón de Plenos. Todos los techos del Ayuntamiento son de enormes vigas de madera, cuando se camina por las plantas superiores el suelo tiene una vibración muy caracteristíca, parece que tiembla ligeramente todo el suelo a cada paso aunque se haga con suavidad, si te pones a dar saltos parece que se va a desplomar, pero es algo normal en construcciones de estas características. Pues bien, como os digo, una noche notamos perfectamente esa vibración y como la misma recorría de punta a punta el salón mientras todos mirábamos al techo desde la planta de abajo totalmente mudos.
En otra ocasión un compañero que estudiaba derecho algunas tardes de poco trabajo, nos llamó alteradísimo por radio pidiendo que fueramos rápidamente. Recuerdo que era una tarde de abril, con un sol magnífico y ni una pizca de viento. Cuando llegamos tenía la pistola en la mano y nos dijo con la misma excitación pero en voz baja: -Hay alguien robando arriba!!- Subimos lentamente las escaleras, como a cámara lenta, pero no se oía nada, mientras subía a su lado, no sabía qué conclusión le había llevado a pensar que estaban robando, pues allí no se oía el más mínimo ruido, pero preferí no preguntarle hasta comprobar que había arriba. Una vez allí, la tranquilidad era absoluta, el radiante sol inundaba la estancia y allí reinaba una calma absoluta, todo se encontraba en orden total.
Juanjo, que así se llamaba el compañero que nos avisó, bajó su arma apuntando al suelo y relajó su gesto a la vez que su cuerpo, y me dijo: - No os lo vais a creer.. Estaba abajo estudiando y he empezado a oir como se abrían y cerraban los archivadores de hierro, parecía como si estuvieran desvalijándolos, pensaba que estaban robando documentos....- Yo le insinué la posibilidad de que el ruido viniera de la calle, pero insistió en que no, que venían de arriba, y dado el gesto de desconcierto que tenía, le creí absolutamente.
Hay otras historias más pero creo que éstas son suficientes para ambientaros, además las otras no las he vivido yo y no puedo garantizaros su autenticidad...
He de deciros también como nota curiosa que muchas noches nos visitaba un simpatico ratón que rondaba impunemente mientras estabamos haciendo algún informe de madrugada y se paseaba por nuestras narices sin el menor atisbo de prudencia, tenía unos orejones que parecían dos antenas parabólicas, y lejos de asustarse cuando dábamos un chasquido para que se largara, te miraba totalmente quieto y con descaro enfocándote con su par de parabólicas.
Con todo este panorama ya tardábamos en poner una cinta a grabar. Finalmente una noche que coincidimos los "no escépticos" la colocamos en la parte intermedia del edificio, justo sobre el mostrador de mármol negro de Registros.
Nos bajámos abajo y decidimos que la dejaríamos unos diez minutos, el tiempo de tomar un café de máquina y fumar un cigarro. Transcurridos éstos subimos a por ella. Nada más bajar nos arremolinamos alrededor del radio-cassete y tras acomodarnos le dimos al "Play".....
Al principio escuchamos nuestros pasos, que sonaban infinitamente más sonoros en aquella grabación, y cómo dejábamos el aparato sobre el mostrador, después, cómo nos alejábamos del lugar y a continuación un silenció casi molesto. Se escuchaba ese zumbido mudo propio de una mala grabadora, estábamos con la oreja tiesa, afinando nuestro sentido del oído al máximo, deseando, a la vez que temiendo, que algún sonido extraño o alguna frase medio inteligible sonara. De vez en cuando alguien decía: -Páralo! Me ha parecido oir algo..- Pero todo era producto quizá de las ganas de percibir algo...
Transcurridos los diez minutos, que se hicieron eternos, nos habíamos tragado la grabación entera, y ni un sólo sonido, hasta que de nuevo volvimos a oir nuestros pasos volviendo a por la grabadora, el ruido de la puerta abriendose, el "¡clas! ¡clas! ¡clas!" al presionar los interruptores de la luz, el parpadeo de los fluorescentes encendiendose, una maraña de toscos ruidos al coger el aparato y el silencio total al apagarlo......
-¡Que fracaso!- apuntó alguien tras un silencio...
-Vaya chasco ¿no?- La gente comenzó a encender cigarrillos tras la tensión.
-Bueno...- Dije intentándo que se mantuviera la tensión- ¿Y si colocamos la grabadora en otro sitio... ¿Qué os parece en el palomar?...
Pero quizá por la decepción no hubo ninguna respuesta de entusiasmo.
A todo esto, mientras la gente apuraba sus cigarrillos, un compañero había vuelto a poner la cinta con muy poca voz pero pegada a su oído, y le prestó especial atención al momento en el que se oyen nuestros pasos para recoger la grabadora, que en la anterior audición apenas habíamos reparado, y de repente soltó gritando:
-¡¡¡Ostia puta!!!
- ¿¡Qué pasa!?- Respondimos todos a coro-
- ¡Ostia puta!-repitió-
-¡¿Qué?! Qué Qué!!?? - respondimos impacientes.
- Pero se oye algo!??
- ¡Que si se oye...!? Vais a flipar..! -Dijo con la cara desencajada-
Él muy cabrón no cesaba de rebobinar una y otra vez la cinta con la grabadora pegada al oído, y cada vez que lo hacía parecía flipar más. Nos tenía a todos en vilo pero a pesar de nuestra insistencia no explicaba nada. Cuando pareció estar seguro del todo nos dijo con una solemnidad acojonante. -Escuchad bien justo cuando le de al "PLAY". No os voy a decir lo que he oído para ver si entendeis lo mismo, pero... es acojonante-
De nuevo nos arremolinamos todos de golpe, esta vez nos empujábamos unos a otros intentando tontamente una posición de privilegio.
Había preparado la grabación en el momento justo, y personalmente yo, al igual que otros, la escuche con claridad a la primera. Justo cuando se oyen los interruptores, sobre nuestros pasos se oye una voz desafiante, no sabría decir si de hombre o mujer, quizá más bien de varias personas perfectamente sincronizadas diciendo al unísono, como intentando gritar pero en voz baja: -¡Hijos de perra venid!
Recuerdo que sentí un escalofrio brutal que me recorrió toda la espina dorsal, y los ojos se me hicieron acuosos como si fuera a llorar...
Estuvimos oyendo una y otra vez aquella grabación, y cada vez nos parecía más clara y más perfecta la frase, y ese tono... tan escalofriante, esas voces... Cuando llegó el turno de la mañana les pusimos la cinta sin decirles absolutamente nada, ya no sabíamos si estabamos demasiado sugestionados. Les dijimos aparentando total normalidad.
- Escuchad bien esto, y decirnos que oís.
Con la cara de alguien que se acaba de levantar a las 5,30 de la mañana nos dijo el primero en llegar tras escuchar el momento: ....¿Hijos de perra venir?....
-¿¡Lo veis!? No son imaginaciones nuestras!!
Comprobamos con estupor como cada compañero que llegaba, ajeno a la historia por completo, entendía perfectamente como aquella o aquellas voces decían: -Hijos de perra venid.
Recuerdo que durante días, esta historia me acojonó de tal forma que no era capaz de ir a mear sólo en el Ayuntamiento. La cinta se la mandamos a D. Pedro Amorós, un especialista en psicifonías y todo tipo de fenómenos paranormales, que tenía un programa de este tipo en Antena 3 hace unos años. El tío quedó impresionado con la psicofonía, y nos pidió realizar una con todo su equipo al completo. Finalmente lo hizo y consiguió grabar varias, aunque menos claras, así como un fenomeno habitual en lugares con "presencias", que es un golpe al micrófono cuando todo está en absoluto silencio.
Este hecho fué contándose de unos a otros, y pasados los años, se creó una sugestión perfecta en aquellos guardias novatos que llegaban. Les contábamos la historia, junto a otros casos raros, y algunos de ellos les acojonaba tanto el Ayuntamiento que no eran capaces de estar sólos en las oficinas. Decidimos que con la sugestión reinante, el ambiente era propicio para gastar la broma perfecta...
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CONTINUARA........

12 de diciembre de 2008

HABLANDO DE PLATERO...







He visto la historia de nuestro burro Platero en el blog de JuanRa Diablo.
Me ha evocado un sinfín de recuerdos leerla.
Como voy con retraso, me disponía a escribir en esa entrada un comentario de aquellos años , pero me sabía a poco y he preferido contaros algunas anécdotas al respecto.
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Recuerdo que todos los fines de semana deseaba ponerme mi penacho de plumas, coger un arco de rama de almendro que me hizo mi padre y que tiraba las flechas lejísimos y toda mi parafernalia de indio americano y salir por los alrededores del campo.
Por aquel entonces, lo que hoy son urbanizaciones y polígonos industriales eran bancales yermos, con cierta estética del Oeste, ideales para mis aventuras. En el momento en que me subía encima de ese burro me creía el indio más peligroso de todo el Oeste y disfruté mucho con todo aquello. No sé cómo tenía la cara de pasearme de esa guisa por algunos sitios.
Un día quise encontrar nuevos escenarios para mis fantasías aventureras, anduve a lomos de mi burro con mi ropaje de lujo: un vestido hecho por mi madre que me encantaba, mis plumas, armas y demás. Vivía tanto el papel que también decoré a Platero como lo hacían los indios auténticos con sus caballos antes de entrar en combate. Así, le puse una manta mulera, el rifle de juguete en su funda, decorado con plumas, un escudo a un lado hecho con una tapadera de cubo de basura y alguna cosa más. Me perdí por un camino, llegando a un bancal de olivos donde encontré a un grupo de gente recogiendo oliva. Se quedaron mirando asombrados preguntándose de dónde habría salido…. Uno de ellos me pidió subir al burro. Lo llevaba tan bien decorado que sentí cierto recelo de prestarlo. El burro parecía enano con ese hombre encima, sus piernas colgaban a los lados casi rozando el suelo y me desbarató la manta mulera, las plumas, el escudo y el rifle que quedaron en el suelo mientras aquel idiota se paseaba con Platero.
Mis paseos con Platero siempre eran suaves y apacibles, pero aquel tío le estaba dando una caña a la que no estaba acostumbrado, así que aquello tampoco debió hacerle gracia al burro que sacó su carácter y terminó por hacer que perdiera el equilibrio y lo tiró al suelo, mientras el resto del grupo se reía. Aquel tipo ni se disculpó por dejarme todo aquello tirado, pero recompensé a Platero por hacerle caer al suelo.
Porque he de decir también que el burro tenía muy mala leche. En el corral donde lo guardaba habían gallinas, y tenía la mala costumbre de intentar pisarlas con sus cascos. En alguna ocasión al entrar al corral encontré alguna clavada al suelo con las plumas esparcidas a su alrededor.
Recuerdo que teníamos una gallina que alguien bautizó con el nombre de Paciente. Era negra, con el cuello marrón brillante. Estaba enferma. Supuraba liquido por los orificios del pico y estaba casi inmóvil. Yo me encariñé muchísimo con ella, la cogía y la acariciaba con delicadeza, me gustaba que sintiera que estaba a salvo conmigo. A base de mucho cuidado fue recuperándose, pero desgraciadamente fue una de las victimas de esa homicida costumbre de Platero, al que odié con toda mi alma cuando entré aquella mañana al corral.
Una vez me encontraba colocando las riendas en su cabeza. Me disponía a salir a una de mis aventuras. Iba como de costumbre al detalle con mi atuendo indio. En aquella ocasión, llevaba un collar que me hizo mi madre con bulbos de rosa sin florecer, eran como unas bolas rojizas muy duras, que haciéndoles un orificio mi madre había ensamblado a modo de collar. Me encantaba aquel collar.
Aquel día, mientras le colocaba los aparejos para poder dominarlo, sus orificios nasales comenzaron a dilatarse al percibir el aroma de aquel adorno. Yo andaba tan distraído intentando abrochar el grueso cuero de las riendas con aquella oxidada hebilla que no me di cuenta de que en un momento dado alargó su cabeza hacia mi cuello y dispuso los labios como si fuera a darme un beso. Cuando me quise dar cuenta le tenía tirando de mi collar con sus dientes. Tiraba de él pero no se rompía con lo que yo iba siguiendo los movimientos de su cabeza en la dirección en la que tiraba para que no lo rompiera. Estuve así una eternidad o eso me pareció. Al final casi deseaba que se rompiera de una vez porque sus tirones eran terribles, pero aquello no se rompía ni por asomo. "¡Qué bien hecho está el jodido collar- pensaba -¡qué arte tiene mi madre!"
Al final el collar cedió a las embestidas de su dentadura. Nada más arrancármelo se colocó en un rincón, de culo, para que no me acercara a él. Sabía que no me acercaría porque yo le tenía pánico cuando se colocaba de culo, pues en alguna ocasión soltó alguna patada al aire que me hizo imaginar lo que debía doler eso.
Así que aquel jodido burro se quedó de culo, con el collar colgando de su boca mientras iba desapareciendo poco a poco a medida que lo masticaba con parsimonia y sin inmutarse ante mis gritos de impotencia.
Como decía, el burro era bastante desagradable con todos los animales en general, también odiaba a nuestro perro Tranquilo al que mordía a traición siempre que podía. A pesar de ello, la nobleza de aquel perro hizo que aunque en teoría debería haberse alegrado de que un día se lo llevaran, el día que esto ocurrió, Tranquilo también desapareció.
Mi padre había acordado con el hombre que lo compró que fuera al campo a llevárselo, cosa que hizo a tempranísima hora de la mañana mientras todos dormíamos. Pero "Tranquilo" consideró que el hecho de que un desconocido entrará en su territorio a llevarse algo nuestro era algo que no debía permitir, aunque se tratara de ese estúpido burro que tantas veces le mordió el culo. Así que, tras varios días desaparecido, un día en que mi padre me vio muy preocupado por la ausencia del perro se quedó pensativo durante un buen rato y me dijo: "Sube al coche, ya sé donde está Tranquilo
No sé cuantos kilómetros hicimos, pero llegamos a una casa de campo... y Tranquilo estaba allí!! Vino a recibirnos loco de alegría. De repente salió un hombre de aquella casa que desde la lejanía no pudo reconocer a mi padre. Al ver que aquel perro estaba junto a nosotros espetó sin atreverse a acercarse: - ¡¡¿Es de ustedes ese perro?!! – Mi padre se acercó a él y le explicó lo sucedido. El hombre confesó que desde que se llevó el burro de casa no le dejaba vivir, que cada vez que salía le ladraba ferozmente y que lo tenía en la puerta de su casa como un centinela.
Mi padre escribió hace poco en su blog un artículo sobre Tranquilo, nuestro perro. Contó muchas de las peculiaridades de este magnifico y noble animal al que todos quisimos mucho, pero no contó ésta que viene al caso hablando de Platero.

23 de noviembre de 2008

CUÁNTO ME GUSTABA ESTO DE NIÑO

Ya sé que os habréis cansado de esperar a que escriba algo. Siento mucho no poder dedicarme al blog como me gustaría, pero, de verdad que por el momento no puedo.
Mientras tanto voy a dejar aquí unas láminas que a mí me gustaban mucho cuando era un niño. Los indios eran mi gran pasión y estos dibujos que coloreé en su día (no todos con igual acierto) siguen guardados con cuidado entre mis recuerdos.



















27 de octubre de 2008

ESTE AMOR ENCADENADO



En Alcalá de Henares a 12 de diciembre de 2004

DE LAS REFLEXIONES Y HECHOS TRAS LA LECTURA DEL CAPÍTULO XXII DEL QUIJOTE


Cuenta el dicho que no suele soñarse nada ilustre cuando el buche está vacío, pero Dios me libre de sueño alguno por ilustre que fuere que antes prefiero abordar el camastro de mi celda con las tripas vacías que correr riesgo de sufrir otra pesadilla como la que acontecióme la pasada noche, que no sé si por lo copioso de la cena o de tanto pollo en la dieta (que con plumas hemos de vernos más pronto que tarde) o quizás porque antes que me venciere el sueño anduve leyendo el Capítulo XXII del Quijote y tampoco debió caerme de buen grado la digestión de aquella lectura para mi sesera, o comoquiera que fuere una mezcla de todas las razones, soñé que en galeras cumplía sentencia y que, amarrado al duro asiento de una galera turquesa, braceaba sin aliento ni descanso uno de sus cien remos, que de no ser porque ensartado en cadenas al asiento me hallaba, en más de diez palmos me habría de levantar del banco aquel remo como si mi fuerza y mi peso no fueren más que los de un gorrión posado en él. Mas ello no era consuelo. La mar debía andar más que alborotada, pues cada golpe de ola parecía quererme dislocar los brazos del cuerpo, que de no ser porque en medio del golfo nos hallábamos hubiere jurado que aquello no eran olas sino toros bravos y sin más remedio para escapar dese tormento que el desfallecer de puro agotamiento y no sufrir así del látigo pues sin conciencia yaciera.

Por una vez recibí de buen gusto la odiosa saña con la que el carcelero aporrea el ferro de las puertas para el recuento, violando el silencio con tan temprana alevosía, que más que norma de prisiones o no sé qué vainas, mas bien parece tarea de quien ha madrugado de mala guisa y recibe gusto de despertar a los demás.
El caso fue que más alivio que sobresalto sentí al oír aquellos golpes que me sacaron de la galera con la mesma rapidez con que abrí los ojos, y tras largo rato inmóvil por el desconcierto, acometióme la certeza de que todo no era más que pesadilla y que seguía preso pero no en galeras, y que para mi fortuna no tendría el látigo amenazador del cómitre acechándome, ni las manos ardientes como ascuas, ni partes traseras doloridas como si las hubieren mordido lobos y que no tendría que lamentar mas que mi falta de libertad, sin más pesar que ese, que habida cuenta de tanto tormento de aquel sueño, casi me pareció un consuelo.


Aquella mañana salí al patio y, como todo preso que espera juicio y sentencia, más vueltas le di a la testa que al mesmo patio, con esa inquieta calma del que perdió ya cuenta de los meses preso, y que ni abogado ni procuradores saben dar fechas ni razones de tan larga espera, ni alivio de saber cómo saldrá uno parado de la causa.
Recordé entonces el capítulo leído que tan mala noche me dio y pensé en la libertad que dioles el Quixote a aquellos presos que a galeras marchaban, sin más juicio que el suyo propio, y deseé que el Juez que fuere a condenarme tuviere algo de Quijote en su alma, y que, como éste, no juzgara delito sólo por leyes escritas por gentes que sólo se ciñen a hechos sin valorar más circunstancia, como si esa balanza que dicen es la Justicia sólo pesara delito y no nobles causas que también las hubiere en vida de quienes juzgan, y que ojala por una vez tuviere a bien el juez poseer la indulgencia del Quijote, que indulgencia aplicada con justicia no es favor sino virtud.

Que bien sabe Dios que ya recibí escarmiento de mi delito. Que esta desesperación no es tanto por derrochar mis días entre estos muros sino por perder el amor de la mujer a la que amo, que no hay tormento más febril que el de caer preso y enamorado, y temo un día no encuentre respuesta a mis cartas por mi larga ausencia preso.

Dicen que los amores no son más que locura transitoria y que, como el Quijote, mueren cuando recuperan cordura, mas temo no recuperar jamás la mía si a la mujer que amo perdiere.

A mi novia Claudia

15 de octubre de 2008

EL INSPECTOR MARTOS - 2ª parte

El oficial Ortiz era desde hacía años la mano derecha de Martos. Había un entendimiento mudo entre ambos. Bastó un gesto para que se apresurara en averiguar todo lo que pudiera sobre esos tres negocios y su relación con Belmar en el menor tiempo posible.
- Por cierto, Ortiz... Si le sobra algo de tiempo... hágame el favor de encargar un ramo de rosas. Para mi hija. Ayer fue su cumpleaños y olvidé regalarle algo. Que acompañen el ramo con esta tarjeta. En ella viene la dirección.
Ortiz le hizo un guiño de complicidad mientras guardaba la tarjeta en el bolsillo.

Martos apuró su cigarrillo con una larga calada antes de entrar en la sala acristalada.
- Buenos días Sr Belmar. Lamento mucho lo de su esposa. Comprenderá que esta situación nos resulta tan violenta como a usted, pero necesitamos saber cualquier dato que aporte algo de luz a este crimen.
Martos no estaba interesado en lo que iba a escuchar. De hecho fue una repetición calcada de lo que ya le había informado el Oficial Ortiz. Pero había comenzado a desarbolar la psicología de aquel sujeto . Primero con su penetrante mirada directa a los ojos, que el Sr Belmar intentaba no rehuir ayudándose de un continuo parpadeo. Pronto detectó esa angustia propia de quien habla sabiendo que no dice la verdad. Martos oía pero no escuchaba. Se limitaba a observar.

Aquel tipo tenía 54 años medianamente bien llevados. Conservaba abundante cabello que peinaba con gomina. No se le apreciaba una sola cana, aunque pronto dedujo que ello se debía a un magnífico tratamiento de teñido, un teñido natural en una más que probable carísima peluquería. Llevaba una camisa "Burberrys". Sus dos botones superiores estaban desabrochados mostrando una cadena de oro ligeramente ostentosa para su gusto. Además de la cadena apreció parte del vello de su torso, en el que se podían observar incipientes raíces canas, con lo que dedujo que el teñido se extendía también al vello de su pecho.
Su cuerpo delataba una cómoda vida, un sedentarismo evidenciado por unos kilos de más, los propios de un hombre cuyos negocios le impiden dedicar tiempo a su cuerpo.
- ... y eso es todo lo que puedo decirle, Inspector. Verá... estoy agotado. Me gustaría marcharme cuanto antes...
- Lo comprendo Sr Belmar - le contestó apretando los labios, en una mueca que pretendía comprensión - Concédame sólo unos minutos. Estoy a la espera de una información que debo contrastar antes de que usted se marche. Seré lo más breve posible.

Martos salió de la sala cerrando la puerta con sumo cuidado, como si en aquella habitación durmiera un bebé, tal vez para evitar que cualquier ruido estorbara alguna contundente conclusión.
Ortiz giró la cabeza al verle salir. Junto al teléfono tenía sobre la mesa un viejo informe sobre el que había garabateado ilegibles anotaciones.
- Bien, veamos... He podido hacer las gestiones sobre esos establecimientos. Nuestro hombre es socio del Gym-Medic-Sport desde hace siete meses. He podido hablar con su instructor personal. Realiza tablas de ejercicios de iniciación, ya que nunca antes había acudido a un gimnasio. En cuanto a "J&M Joyeros", me han confirmado que el Sr Belmar encargó una alianza que recogió el día 7. Ninguna inscripción en ella. Pagó con Tarjeta Oro. Por último, el "Auberge de France" es un restaurante de alta cocina francesa en un rincón de la sierra, a las afueras. Muy romántico y muy caro, por cierto. Belmar reservó mesa a su nombre un día después, el día 8, pero en la reserva no consta compañía.

Martos encendió el último cigarrillo que sobrevivía en su paquete. Para entonces ya sabía que Belmar tenía una amante mucho más joven que él. Era patente que Belmar intentaba disimular todo aquello que evidenciara su edad, todo aquello que le hiciera sentir anacrónico al lado de ella, que le recordara a cada momento que les separaba una treintena de años por lo menos. Dedujo que la relación pudo comenzar hacía siete meses, en el mismo momento en que decidió que necesitaría algo más que un tinte para ganarle algunos años a su cuerpo y conquistar a una jovencita con algo más que su Mercedes Coupé. Siete meses antes, justo cuando se inscribió en el gimnasio. Nada como estar enamorado para motivar el culto al cuerpo. La alianza debió ser su regalo en la cena del restaurante francés, un lugar demasiado caro y romántico como para ir a cenar solo. No era extraño que hiciera la reserva sin mencionar que la mesa era en realidad para dos personas.
Tenía por tanto datos suficientes para hacer creer a Belmar que en la habitación contigua tenían a una guapa jovencita que aseguraba ser su amante y que tras no poder soportar la presión había confesado que él asesinó a su mujer. Que le había asegurado que jamás nadie encontraría el cadáver, que nadie pondría en peligro sus planes de futuro.

Martos entró de nuevo en la sala acristalada dispuesto a jugar su "farol". Ortiz observaba desde fuera como si asistiera a una película muda que ya había visto. Vio cómo la mirada de Belmar se transformaba con cada palabra del Inspector. Probablemente estuviera sintiendo esa sensación de quemazón en sus tripas, como si en sus entrañas se declarara un voraz incendio, esa sensación del que se sabe descubierto por algún fatal error.
Martos afinó mucho en sus conclusiones. Su interrogado ya estaba convencido de que en la habitación contigua su joven amante lo estaba confesando todo con lágrimas en los ojos.
Apoyó los codos sobre la mesa y puso sus manos sobre la cabeza. Ese era el momento esperado. Su estado de ánimo impediría cualquier resistencia.

Martos salió de la sala con una ligera excitación
- Demore todo lo que pueda la llamada a su abogado. Necesitamos a la chica. Intente sacarle la dirección de ella con cualquier excusa. Se debieron ver en su casa más de una vez. Haga que le hable de ello, pero no le pregunte su nombre, recuerde que se supone que la tenemos aquí mismo. No le haga dudar.
Martos se dirigió a su despacho. Algunos periodistas le esperaban. La noticia del caso se había filtrado. La historia del gatito gustaba en los medios y además el Sr Belmar era una persona muy conocida en la ciudad.

Desde el ventanal de su despacho vio salir a Ortiz con un trozo de papel en una mano. Su ayudante le hizo un gesto con el pulgar mientras sonreía.
Ortiz dio órdenes a dos jóvenes agentes que parecían recién salidos de la academia. Les dio la dirección y las oportunas instrucciones de cómo traer a la chica sin cometer ningún error que diera al traste con todo.
Entonces recordó el encargo del Inspector. "¡Las flores! ¡Mierda, lo había olvidado!, pensó. Aprovechó la salida de los jóvenes para pedirles que antes se ocuparan del encargo. Al fin y al cabo, la floristería estaba tan sólo a tres calles de la comisaría.

Ortiz también fue abordado por algún periodista cuando el sonido de la sirena del coche patrulla se alejaba.

Uno de los jóvenes agentes sonrió al comparar la tarjeta para el ramo y la anotación de la dirección que les dio el oficial.
- Este Inspector va a ser el genio que dicen. Manda unas flores a la chica antes de detenerla. Eso es ser un caballero...

EL INSPECTOR MARTOS - 1ª parte

El Inspector Martos había pasado la noche en vela intentando atar los cabos del último asunto que le ocupaba.
Su falta de descanso no afectó aquella mañana su aspecto. Su rostro estaba ya curtido de numerosas vigilias, de infinitos casos resueltos a lo largo de su brillante carrera, dándole ese porte que sólo poseen los que tienen la certeza absoluta de su seguridad en sí mismos.

Martos era una persona de gran prestigio entre sus compañeros y superiores. Tenía de cara a casi la totalidad de Magistrados de la ciudad, que admiraban su trabajo y, sobre todo, su efectividad en resolver los casos que pasaban por su Comisaría.
Tanta eficacia no estaba exenta de cierto recelo por parte de algunos jóvenes jueces progresistas que dudaban de sus métodos, de su sorprendente capacidad para hacer confesar a los sospechosos e incluso a los más resabiados delincuentes. Pero Martos no era un torturador, no al menos un torturador físico. Nunca amenazó ni salió de su Comisaría ningún detenido con un solo rasguño.

Martos era algo más que eso. Poseía una psicología casi sobrenatural. Con un simple vistazo a la persona que tenía ante sí, sabía cómo debía abordarla.
En sus incontables interrogatorios ejerció de padre, de psicólogo, de psiquiatra, tenía también algo de brujo, de adivino, casi de telépata, pero nunca utilizó la violencia para conseguir sus objetivos. Tenía armas mucho más lesivas y eficaces: las palabras. Sus palabras. Esa cualidad de destrozar un cuerpo sin tocarlo, haciéndole oír lo que más duele, debilitándole psicológicamente hasta hacerle confesar.
Aquella noche estuvo dando un repaso a una jornada agotadora. Tenía que resolver un asesinato que hubiera sido perfecto de no ser por una de esas curiosas fatalidades que a veces se ensañan con los criminales tanto como hacen ellos con sus víctimas.

El cadáver de una mujer de 47 años, esposa de un importante promotor inmobiliario, había aparecido camuflado entre el forjado metálico de una zanja de cimentación que iba a ser rellenada del hormigón que sustentaría un edificio de oficinas que, curiosamente, construía la empresa de D. Jaime Belmar, esposo de la asesinada.
Desafortunadamente para el autor, esa curiosa fatalidad fue una pequeña cria de gato que el operario oyó maullar justo antes de hacer escupir toneladas de hormigón pulsando un botón. Al bajar a rescatarlo descubrió el cuerpo camuflado que desde arriba jamás hubiera percibido. De no haber sido por este hecho, el cadáver nunca hubiera aparecido, y, por tanto, nunca hubiera podido "hablar". Pero éste ya había comenzado a dar pistas al forense.
Había exculpado a su marido del traslado a su presunta tumba de hormigón, pues éste tenía una coartada en los días en los que presumiblemente alguien lo llevó hasta allí, pero no le exculpaba de momento de su muerte, que se produjo un día antes de que su marido volara a Brasil en viaje de negocios.
Todo lo que tenía hasta el momento era un esposo sospechoso, un cadáver rescatado de su silencio eterno y ninguna pista clara para comenzar.
Pero aquella noche el Inspector Martos no pudo concentrarse como en otras ocasiones. Esa tarde, antes de volver a casa, había visitado a su hija, de la que estuvo a punto de olvidar su cumpleaños.

Sofía era una joven guapa e inteligente. Acababa de terminar sus estudios de Derecho y era el tesoro más preciado de Martos, la razón de su vida. Hacía días que había leído en sus ojos que debía haber encontrado el amor de su vida, nada más fácil de detectar en una persona enamorada, y ese detalle, obviamente, no pasó desapercibido para él. Sin embargo, su hija era quizás la persona más difícil de abordar que jamás había conocido, la única que se le resistía. No pudo sacarle una palabra sobre la persona que ocupaba su corazón.
De vuelta a casa lamentó haber sido demasiado protector y exigente durante los últimos años. Tal vez por ello había provocado cierto recelo en ella a hablarle de asuntos de amor, de algo tan importante como hablar de la persona que más temprano o más tarde terminaría por arrebatarle su tesoro.

El sonido de su móvil distrajo sus pensamientos. Lo buscó con su mirada con cierta lentitud.
- ¿Inspector Martos? El Sr Belmar está ya en comisaría. Le está esperando.

Martos encendió un cigarrillo mientras observaba al Sr Belmar desde el exterior de la sala acristalada. Esperaba sentado con una dócil desesperación.
- ¿Qué tenemos, Ortiz? - preguntó al oficial sin dejar de mirar a través del cristal los ojos de Belmar.
- Bueno... dice que ningún hecho especial en los últimos días, semanas y meses. Descarta cualquier venganza. Dice no tener enemigos conocidos, ni problemas de competencia o económicos. Tampoco crisis matrimonial. Sólo afirma que llegó de Brasil y se encontró con todo esto.
- ¿Es su cartera? - preguntó señalando una billetera de Gucci que había sobre la mesa.
- Sí, estoy tomando los datos de su DNI.
Martos la cogió y miró en su interior. Estaba repleta de tarjetas de crédito y de visita, de empresas constructoras, de materiales, de abogados, notarios, selectos clubs deportivos y de masaje...
Martos pasaba las tarjetas una tras otra con la soltura de un niño cambiando cromos. Separó tres de ellas en las que apenas había reparado unos segundos. Las dejó sobre la mesa como quien da una mano al póker. Un gimnasio, "Gym-Medic-Sport", un restaurante "Auberge de France" y una joyería, "J&M Joyeros"
.

24 de septiembre de 2008

21 de septiembre de 2008

SOY CIBERBOBO, ¿Y QUÉ?



Saludos a todos!!


Hoy voy a hablar de mi relación con el odioso mundo de los ordenadores….

Antes de nada quiero decir que es posible que a lo largo de esta narración, mi vocabulario sea grosero, soez y vulgar, pero me resulta imposible contarlo con la educación de omitir algunas palabras malsonantes.

Tengo que aclararos que la razón por la que mi Blog ha estado en desuso tanto tiempo ha sido mi total analfabetismo en la utilización de los "compiuters", es más, mi primer articulo he tenido que escribirlo en Word, (joder parece que entiendo y todo al decirlo así) que es lo único que se utilizar... Paginita en blanco y a escribir, que fácil... Si todo fuera así..,..
Una vez escrito en Word me lo han mandado (porque me daba miedo hacerlo yo y joderla) por e-mail a Juan y allá se las apañe él. Lo ha publicado, no sé como.
En principio diré que tengo el firme convencimiento de que los ordenadores son como los perros: "HUELEN EL MIEDO", en seguida detectan si el que los toca es gilipollas (Ciberbobo) o no. Si no lo es no dan problemas, pero pobre de ti como no tengas ni idea porque te vacilan hasta el aburrimiento.
Me molesta mucho que al principio cualquier tarea parece fácil, te metes en el blog, escribes en el recuadrito y dices: -Que bien escribir y publicar....
¡¡ Y una mierda!!.... Ahí empiezan los problemas. Te empieza a pedir datos que para mi parecer sobran, "nombre", "apellidos", "dirección de email", "contraseña", ¿has olvidado la contraseña? Que nooo, coño! "¿Roncas por las noches?" Falta eso la verdad….


Después palabrita escrita por un borracho, "Ymswxtz" con muy mala leche por cierto.. (emes que parecen enes, letras muy juntas.... ¿ y todo eso pa qué? ¿Es que no pueden ponerte una palabra normal, sin deformaciones?? ¿Qué mariconada es esa?... Bueno, la escribo, pulso "publicar" y digo: - por fin…….!!
........Pues no!! De nuevo vuelta al principio, vuelve a pedirme toooooodos los datos de nuevo, lo único que cambia es la palabrica retorcida "Txmwsc", y que antes era verde y ahora es roja, hasta por fin llegar a "publicar", pulso ...y de nuevo a empezar.


Así hasta que me di cuenta de que el ordenador me tomaba descaradamente el pelo. ---Lo va a intentar tu p… madre porque yo desisto-.
Lo que más rabia me da es la aparente facilidad de todo, cuando tocas una tecla intentando hacer algo y empiezan los recuadritos dándote información, por tu bien, en principio, dicientote por ejemplo, "Esta página contiene tantos elementos seguros como inseguros, desea mostrar los no seguros? .........................................................................(Silencio)………………….…………………………….
(Veo mi careto de ciberbobo reflejado en el cristal del ordenador)
Vamos a ver, cómo una página puede ser tan segura como insegura, ¿esto que coño es? ¿Tu eres tan listo como gilipollas? ¡¡ O es segura o no es segura!! No te jode!! Si hay algo raro dime: "¡cuidao!" , pero no me marees!!!.
Después de meditar un rato si pulso si o no, (a veces dudo si equivocarme puede afectar al cambio climático) digo, -¡Hombre!... menos mal, hay otra opción… Que alivio : "Ayuda" -, qué bien suena ¿verdad? –Sí, necesito ayuda- y uno pulsa pensando que esa opción es para mí, para gente que no sabiendo qué contestar, pues eso, te explican con CLARIDAD, qué coño es eso. La pulso aliviado y... qué me sale???
" Usar fuentes (RSS) en internet explorer"," Desconfigurar y personalizar el explorador Web"…. E infinidad de explicaciones técnicas de tercero de telecomunicaciones que me dan ganas de coger al que ha programao eso y decirle: - Mira Mamón, ¿esto es ayudarme?!! ¿Esto es ayudarme?!!! Si no se si contestar si o no, cómo coño quieres que entienda esto, gilipollas!!!
Otra cosa que detesto es cuando un ordenador definitivamente te pone entre la espada y la pared y te obliga a apagarlo ........................................(Silencio con sonrisa de cabroncete).............................
Que por cierto, llegado a este punto siento auténtico placer. Deja de darme miedo el cambio climático y por mí como si explota, (antes él que yo) No hay placer mayor que apagar un ordenador que además de vacilarte no te obedece……… AAAHhhhhhhhhhhhhhh!!!
Me quedo diciendo: Allá se te jodan los "megabaits", tu memoria RAM coja un Alzheimer y te provoque un cáncer en los mismísimos Gigas……. Cabrón!! ¿No dicen que es malo apagar el ordenador sin cerrarlo? ¡¡¡¡¡Pues: Tooooooma Moreno!!!!!! ,¡¡¡¡¡ con tus jodidas preguntas sin respuestas abiertas....!!!! Ahora vas y lo cascas......!!!!
Y no quiero abundar en el tema, pero qué decir de los "¿Spams"? ¿Se llaman así no? Me refiero a esa publicidad que se cuela sin tu quererlo delante de tus narices, como si fueran idiotas que se ponen entre tu y la pantalla y te dicen: Ahora me vas a leer por cojones… ¿Es que no ha pensado nadie que si me sale una publicidad de "vuela con Iberia" por en medio, lo más probable es que nunca vuele con ellos?? Es que no hay nadie que regule esta forma espantosa de publicidad, porque es que uno se aburre de darle a la crucecita, pero lo que más cojones tiene es cuando te sale una a toda pantalla, sin cruz para quitarla!! Entonces paso al plan B: Y …………. AAAAAHHhhhhhhhhhhhhh!!! -Toma Morenooooooo….!!!
Otro caso así es por ejemplo cuando te sale esa información de recuadrito y te dice por ejemplo.... "Puede que los iconos de la web no estén configurados……o algo así ….¿ Desea intentarlo de nuevo? Y te pregunta: Si?, No?, Cancelar. Bueno, primero me explicas que coño es un icono y después pregunta, así que uno dice: -Pues mira, ni Sí ni No, Cancelar
Pulso la tecla, y desaparece, qué bien…… Jajajaja, eso te lo crees tú……. Ya no vas a poder hacer nada por más que te empeñes. Toques la tecla que toques te lo volverá a preguntar: Si? No? Cancelar? y mi pregunta es: Mira pedazo de mamón!!! Si no vas a dejarme tranquilo si no pulso Sí o No, para que coño está la opción Cancelar????? Esto qué coño es de nuevo!!??


Afortunadamente no todo es igual de complicado, hay algo que adoro de Internet y que no me crea ningún problema con los ordenadores: "El maravilloso mundo de Google", el paraíso de los "ciberbobos"…. Qué bien programao está eso, qué muchachicos más majos los que lo inventaron. Esto sí que es fácil coño! Ni recuadricos ni preguntas chorra ni nada. Que quieres saber de queso Rockefort…., es que te sobra hasta lo de queso, pulsas Rockefort y te sale todico todico lo que se ha escrito sobre ese queso- - ¡Che que fort!- Que preguntas algo de lo que no hay ná de ná escrito, no te marean para nada; te dicen: -No se ha encontrado nada.- Prau!!- Es más, es que mira si son apañaos que si por error escribes Rockefart, con toda la educación del mundo y sin dar por hecho que te has eqivocado, para no ofender, te dicen: Quizá Vd. quiso decir Roquefort…..
…. Joder que tíos, eso si que es una Ayuda, y no la mierda que os he contado antes. A ver si aprendemos a llamar a las cosas por su nombre.
Esa es mi máxima para el futuro, que dejen de programar el Windous los "cuatroojos" de universidad que se creen que todos saben la brasa de vocabulario técnico que utilizan ellos, y que hagan un ordenador al que le digas: -Publicar, y solo te diga: A la orden!!
En definitiva, tengo muchas más anécdotas desagradables con los ordenadores que no recuerdo por abundantes, solo decir que los odio a muerte y que espero que pronto inventen ese maravilloso ordenador que no hace preguntas y que si te ofrece "Ayuda", sea para decirte: "Levante su dedo índice", y que en un teclado simulado en la parte inferior parpadee en rojo una por una las teclas que debas tocar para hacer lo que quieras.


Entonces me compraré uno de esos.

16 de septiembre de 2008

MIRADAS QUE MATAN






Cualquier hora es detestable cuando un despertador suena y el sueño está agarrado a tu cuerpo como una sanguijuela.
A pesar de que era la una y media del medio día cuando oí el suave tintineo de la alarma del móvil, me pareció igual de odioso como si fueran las cinco de la mañana.
Había estado trabajando hasta las seis de la mañana, y, como de costumbre, vine a dormirme pasadas las nueve. Consciente de ello apuré al máximo la hora de alarma. "La una y media será suficiente si muevo el culo rápido" - había pensado mientras la ponía. Tenía una sola tarea que hacer, ir al banco e ingresar la cuota de la hipoteca antes de las dos, hora de cierre. Era el último día y no iba a permitir que añadieran un céntimo de demora al atraco de cuota mensual en la que se ha convertido la compra de mi casa.
Abrí los ojos sin mucho convencimiento, estuve a un “plis” de decir: "a tomar por culo, el lunes voy", pero un impulso desconocido me sacó de la cama y me dejó sentado en el borde. Me vestí con desgana y salí directamente sin hacer escala ni en el baño ni en la cocina. Tenía los ojos pegados y mi lengua estaba atrapada contra mi paladar como si toda ella fuera una maraña de papel celofán. No quise espabilarme ni lavarme la cara para que el sueño no se me pasara, y retomarlo de nuevo a la vuelta.
De camino al banco comencé a cabrearme con el mundo. El rito mensual de pagar esa cantidad de dinero me pone de muy mal humor. Cada vez que lo hago es como si cerrara un mal negocio a sabiendas.
Mientras conducía estuve pensando en que los putos bancos siempre ganan dinero, les da igual que el euribor suba de cojones, ellos subirán nuestras cuotas a la par para no perder un jodido céntimo. Les da igual que uno pague 300 euros más de su hipoteca, pero no serán capaces de dejar de ganar ni un euro. El caso es que encima salen en los telediarios vanagloriándose de que el BBVA, por decir uno, ha ganado el año anterior 13.000 o 20.000 millones de euros de beneficio.
¡¡ Encima presumen los muy usureros!!
Entre el sueño y mi odio creciente estaba en uno de esos días en los que mejor no se me despegue la lengua.
A la llegada al banco el tiempo comenzó a correr a toda velocidad. No había ni un hueco para aparcar y la doble fila no era solución. Había un guardia pululando por la zona y no fui capaz de echarle morro, así que me tocó irme a la venta la puñeta. Y el reloj corriendo.
Dejé el coche igualmente mal, y encima no podría mirar desde la puerta del banco si molestaba. "Joder con el puto guardia" pensé cuando lo ví justo en la isleta que hay enfrente del banco, cruzado de brazos.
Entré y miré el reloj que había detrás del cajero. Marcaba las dos menos doce minutos. Había tres personas, dos jóvenes y una vieja, -mal rollo- "Como alguien se enrollé de más, ya no llego". Empecé a hacer cálculo mental, -tres minutos por persona y llego- Tenía que sacar el importe en efectivo e ingresarlo en otra entidad que está a escasos metros, donde tengo el préstamo, -porque estos hijos de puta te cobran si lo haces por transferencia, cómo no! Siempre a su servicio, pero cobrándote por todo!!
El cajero atendió con poca diligencia, o eso me pareció Para colmo la bromita de conocidos con el último. Cuando se marchó no pude reprimir un : "Vengaaa coñooo"- entre dientes, claro. Es evidente que cuando uno tiene prisa el mundo se ralentiza para joderte.
Cuando llegó el turno de la vieja comencé a desesperarme. Para empezar me irritó ver como ni tan siquiera había previsto tener la cartilla a mano. Dejó su bolso sobre el mostrador con la misma parsimonia de un perezoso y comenzó a buscar su cartilla. La primera gestión, comprobar que su pensión ha sido ingresada:
"Cómo no, estos viejos no pueden dormir hasta que no ven que la pensión está bien impresa en su cartilla". Comencé a dar golpecitos insonoros con mi pie impulsivamente. Terminada la impresión de su cartilla se puso a buscar otro papelujo, lo sacó con la misma lentitud y le preguntó al cajero algo sobre él; éste intentó explicarle, pero en su gesto se presumía que sería una tarea inútil, pues no iba a entender nada, como así fue. El cajero pudo comprobar mi prisa al ver mi estampa. Comencé a resoplar sonoramente, "Ya no llego" - me convencí-
Ya no me consolaba saber que podría seguir durmiendo cuando llegara a casa porque mi irritación había fulminado mi somnolencia, así que sólo me quedaba esperar que la jodida vieja acabara sus gestiones y tener la suerte de que me atendieran en el otro banco. Con todo, aún le quedaba un recibo no domiciliado por pagar. El cajero, en un gesto estudiado, le señaló con una sonrisa cínica un cartel que había en el mostrador que decía: PAGO DE RECIBOS NO DOMICILIADOS HASTA LAS 11,00 h. Le costó un buen rato entenderlo, como era de esperar, y creo que se fue sin terminar de hacerlo. Finalmente, metió su papelujo, su cartilla y su recibo no domiciliado en su bolso y con la misma desesperante lentitud se giro sobre sí misma. Sólo me quedaba el consuelo de echarle una mirada homicida y hacerle sentir mi irritación .
Entonces ocurrió algo que todavía no he olvidado y de lo que me arrepentí absolutamente. Antes de marcharse me miró con una tímida sonrisa que intentaba diluir la vergüenza del que es consciente de sus limitaciones, pero que de inmediato sofocó al ver la dureza de mi semblante. Aquella mujer estaba tan acostumbrada a sentir las molestias de su lentitud, que me estaba pidiendo con su mirada una disculpa por su torpeza. Pero yo tenía mi mirada fulminante tan dispuesta que disparé sin leer la suya. No me dio tiempo a rectificarla a tiempo, la anciana bajó su mirada asumiendo que yo era una de esas personas que no perdona el delito de hacerse viejo, y que no, que no perdonaba ni su torpeza ni su lentitud.
Cuando me di cuenta, me sentí absolutamente desolado. Le había clavado una mirada como una puñalada. Me sentí como un asesino que se equivoca de víctima, como si mi mirada fuera un tiro que se me escapó sin quererlo.
Me quedé plantado delante del mostrador, tuve que disimular ante el cajero mi desolación mientras la veía marcharse despacio. Sentí una angustia creciente cuando supe que lo que había ocurrido iba a costarme mucho olvidarlo. Olvidé por completo mis prisas y me sentí parte de ese mundo que tanto detesto de gente egoísta y deshumanizada. Intenté consolarme pensando que yo no soy así, que fue un accidente, pero aquella anciana se quedó con mi mirada de desprecio, y cuando salí del banco sólo pensaba en cómo reparar aquel incidente.
Cuando salí afuera la vi cómo se alejaba con su paso lento. Apreté los dedos de mis pies contra el suelo, reprimiendo el primer paso hacia ella. Me dije "Corre y discúlpate, dile algo, hazlo ahora o no te lo perdonaras nunca", pero me quedé quieto como una estatua. ¿Qué podía decirle?. "Esa disculpa sólo puedo aclararla en mi cabeza", pensé.
Entonces ví como la anciana se quedaba parada en un paso de cebra. Me apresuré a ir a por mi coche con la idea de llegar a su altura y darle paso con una sonrisa o algo así, pero llegado a su punto la anciana ya había cruzado. Pasé a su lado una calle más abajo de donde esperaba para cruzar. Pude imaginar que ya se dirigía a casa, segura de que allí se sentiría mucho mejor, a salvo de miradas impacientes y de un mundo que va demasiado deprisa para ella.
Pensé en que esa mañana se vistió despacito para salir a la calle, y resolver sus asuntos, y que se había marchado sin resolver nada. Me pregunté si, como yo, estaba pensando en esa mirada.
Me quedé mirando por el retrovisor hasta que la perdí de vista.
No me disculpé. No supe cómo hacerlo. Sólo sé que cada vez que lo recuerdo siento con toda mi alma aquel incidente, y me hubiera encantado tener el valor de decirle: "Señora, siento mucho cómo la he mirado, disculpe mi torpeza".

9 de septiembre de 2008

HASTA UN RELOJ PARADO ACIERTA DOS VECES AL DÍA



Reloj parado tras la bomba atómica sobre Hiroshima.

19 de agosto de 2008

PROVERBIO CHINO


La más larga caminata comienza con un paso.