24 de diciembre de 2008

NOCHE DE FANTASMAS








Voy a contaros una fabulosa historia de fantasmas acaecida hace unos cuantos años ya en un pequeño pueblo de la provincia de Alicante, cuyo nombre voy a omitir, pues es el lugar donde trabajo, y a pesar de que los hechos ocurridos no fueron más que una broma perfecta, de alguna forma no se si es muy ético el contar dónde ocurrieron.
Os diré para quien no me conoce, que desde hace años, trabajo como Policía Local en ese pueblo. Por aquel entonces, las nuevas instalaciones de nuestro Departamento no habían ni comenzado a construirse, y teníamos el Retén Municipal en el mismo Ayuntamiento, un edificio de tres plantas coronado por un palomar que tiene un porte fantástico, bellísimo, pero no exento de cierto toque tétrico, especialmente de noche.
Aquel edificio tiene, dada su extraordinaria antiguedad, su historia. Se construyó por orden del Duque de Hijar, quien tenía numerosas propiedades por la provincia y fuera de ella y que acabó sus días en la cárcel acusado de conspirar contra el Rey. Pero en su esplendor fué toda una eminencia por aquellos años. En la guerra civil se utilizó como cárcel y Hospital, y todavía reza en su fachada con un vetusto azulejo sin brillo en el que se puede leer "Casa Consistorial y Cárceles del Partido".
Tiene dos pesadísimas puertas de madera y un espacioso recibidor, con una escalera central de mármol blanco que llevan a varias oficinas, el salón de Plenos y la Alcaldía. A partir de ahí, para subir al resto de plantas la escalera se torna lúgubre y descuidada, con escalones de yeso, paredes con humedad repintadas y una barandilla de gruesas varillas sin adorno alguno, como si condujeran a una mazmorra, aunque en realidad dan al Departamento de Urbanismo.
Durante el día tiene un ajetreo continuo de personal, que no hace reparar en que se pueda transformar en un lúgar casi fantasmagórico . Pero llegada la noche, con el silencio absoluto en todos los rincones y ese porte de mansión decadente, resulta un lugar inquitante...
Una noche estábamos de servicio junto con la Guardia Civil, que por entonces salían tres noches a la semana de servicio dada su escasa plantilla. Uno de los Guardias era muy aficcionado a las "psicofonías" y estaba deseando colocar una cinta en la planta superior, especialmente a raiz de haber tenido algún sobresalto alguna noche.
Personalmente yo he sido testigo de dos: en una ocasión oímos con claridad unos pasos en el Salón de Plenos. Todos los techos del Ayuntamiento son de enormes vigas de madera, cuando se camina por las plantas superiores el suelo tiene una vibración muy caracteristíca, parece que tiembla ligeramente todo el suelo a cada paso aunque se haga con suavidad, si te pones a dar saltos parece que se va a desplomar, pero es algo normal en construcciones de estas características. Pues bien, como os digo, una noche notamos perfectamente esa vibración y como la misma recorría de punta a punta el salón mientras todos mirábamos al techo desde la planta de abajo totalmente mudos.
En otra ocasión un compañero que estudiaba derecho algunas tardes de poco trabajo, nos llamó alteradísimo por radio pidiendo que fueramos rápidamente. Recuerdo que era una tarde de abril, con un sol magnífico y ni una pizca de viento. Cuando llegamos tenía la pistola en la mano y nos dijo con la misma excitación pero en voz baja: -Hay alguien robando arriba!!- Subimos lentamente las escaleras, como a cámara lenta, pero no se oía nada, mientras subía a su lado, no sabía qué conclusión le había llevado a pensar que estaban robando, pues allí no se oía el más mínimo ruido, pero preferí no preguntarle hasta comprobar que había arriba. Una vez allí, la tranquilidad era absoluta, el radiante sol inundaba la estancia y allí reinaba una calma absoluta, todo se encontraba en orden total.
Juanjo, que así se llamaba el compañero que nos avisó, bajó su arma apuntando al suelo y relajó su gesto a la vez que su cuerpo, y me dijo: - No os lo vais a creer.. Estaba abajo estudiando y he empezado a oir como se abrían y cerraban los archivadores de hierro, parecía como si estuvieran desvalijándolos, pensaba que estaban robando documentos....- Yo le insinué la posibilidad de que el ruido viniera de la calle, pero insistió en que no, que venían de arriba, y dado el gesto de desconcierto que tenía, le creí absolutamente.
Hay otras historias más pero creo que éstas son suficientes para ambientaros, además las otras no las he vivido yo y no puedo garantizaros su autenticidad...
He de deciros también como nota curiosa que muchas noches nos visitaba un simpatico ratón que rondaba impunemente mientras estabamos haciendo algún informe de madrugada y se paseaba por nuestras narices sin el menor atisbo de prudencia, tenía unos orejones que parecían dos antenas parabólicas, y lejos de asustarse cuando dábamos un chasquido para que se largara, te miraba totalmente quieto y con descaro enfocándote con su par de parabólicas.
Con todo este panorama ya tardábamos en poner una cinta a grabar. Finalmente una noche que coincidimos los "no escépticos" la colocamos en la parte intermedia del edificio, justo sobre el mostrador de mármol negro de Registros.
Nos bajámos abajo y decidimos que la dejaríamos unos diez minutos, el tiempo de tomar un café de máquina y fumar un cigarro. Transcurridos éstos subimos a por ella. Nada más bajar nos arremolinamos alrededor del radio-cassete y tras acomodarnos le dimos al "Play".....
Al principio escuchamos nuestros pasos, que sonaban infinitamente más sonoros en aquella grabación, y cómo dejábamos el aparato sobre el mostrador, después, cómo nos alejábamos del lugar y a continuación un silenció casi molesto. Se escuchaba ese zumbido mudo propio de una mala grabadora, estábamos con la oreja tiesa, afinando nuestro sentido del oído al máximo, deseando, a la vez que temiendo, que algún sonido extraño o alguna frase medio inteligible sonara. De vez en cuando alguien decía: -Páralo! Me ha parecido oir algo..- Pero todo era producto quizá de las ganas de percibir algo...
Transcurridos los diez minutos, que se hicieron eternos, nos habíamos tragado la grabación entera, y ni un sólo sonido, hasta que de nuevo volvimos a oir nuestros pasos volviendo a por la grabadora, el ruido de la puerta abriendose, el "¡clas! ¡clas! ¡clas!" al presionar los interruptores de la luz, el parpadeo de los fluorescentes encendiendose, una maraña de toscos ruidos al coger el aparato y el silencio total al apagarlo......
-¡Que fracaso!- apuntó alguien tras un silencio...
-Vaya chasco ¿no?- La gente comenzó a encender cigarrillos tras la tensión.
-Bueno...- Dije intentándo que se mantuviera la tensión- ¿Y si colocamos la grabadora en otro sitio... ¿Qué os parece en el palomar?...
Pero quizá por la decepción no hubo ninguna respuesta de entusiasmo.
A todo esto, mientras la gente apuraba sus cigarrillos, un compañero había vuelto a poner la cinta con muy poca voz pero pegada a su oído, y le prestó especial atención al momento en el que se oyen nuestros pasos para recoger la grabadora, que en la anterior audición apenas habíamos reparado, y de repente soltó gritando:
-¡¡¡Ostia puta!!!
- ¿¡Qué pasa!?- Respondimos todos a coro-
- ¡Ostia puta!-repitió-
-¡¿Qué?! Qué Qué!!?? - respondimos impacientes.
- Pero se oye algo!??
- ¡Que si se oye...!? Vais a flipar..! -Dijo con la cara desencajada-
Él muy cabrón no cesaba de rebobinar una y otra vez la cinta con la grabadora pegada al oído, y cada vez que lo hacía parecía flipar más. Nos tenía a todos en vilo pero a pesar de nuestra insistencia no explicaba nada. Cuando pareció estar seguro del todo nos dijo con una solemnidad acojonante. -Escuchad bien justo cuando le de al "PLAY". No os voy a decir lo que he oído para ver si entendeis lo mismo, pero... es acojonante-
De nuevo nos arremolinamos todos de golpe, esta vez nos empujábamos unos a otros intentando tontamente una posición de privilegio.
Había preparado la grabación en el momento justo, y personalmente yo, al igual que otros, la escuche con claridad a la primera. Justo cuando se oyen los interruptores, sobre nuestros pasos se oye una voz desafiante, no sabría decir si de hombre o mujer, quizá más bien de varias personas perfectamente sincronizadas diciendo al unísono, como intentando gritar pero en voz baja: -¡Hijos de perra venid!
Recuerdo que sentí un escalofrio brutal que me recorrió toda la espina dorsal, y los ojos se me hicieron acuosos como si fuera a llorar...
Estuvimos oyendo una y otra vez aquella grabación, y cada vez nos parecía más clara y más perfecta la frase, y ese tono... tan escalofriante, esas voces... Cuando llegó el turno de la mañana les pusimos la cinta sin decirles absolutamente nada, ya no sabíamos si estabamos demasiado sugestionados. Les dijimos aparentando total normalidad.
- Escuchad bien esto, y decirnos que oís.
Con la cara de alguien que se acaba de levantar a las 5,30 de la mañana nos dijo el primero en llegar tras escuchar el momento: ....¿Hijos de perra venir?....
-¿¡Lo veis!? No son imaginaciones nuestras!!
Comprobamos con estupor como cada compañero que llegaba, ajeno a la historia por completo, entendía perfectamente como aquella o aquellas voces decían: -Hijos de perra venid.
Recuerdo que durante días, esta historia me acojonó de tal forma que no era capaz de ir a mear sólo en el Ayuntamiento. La cinta se la mandamos a D. Pedro Amorós, un especialista en psicifonías y todo tipo de fenómenos paranormales, que tenía un programa de este tipo en Antena 3 hace unos años. El tío quedó impresionado con la psicofonía, y nos pidió realizar una con todo su equipo al completo. Finalmente lo hizo y consiguió grabar varias, aunque menos claras, así como un fenomeno habitual en lugares con "presencias", que es un golpe al micrófono cuando todo está en absoluto silencio.
Este hecho fué contándose de unos a otros, y pasados los años, se creó una sugestión perfecta en aquellos guardias novatos que llegaban. Les contábamos la historia, junto a otros casos raros, y algunos de ellos les acojonaba tanto el Ayuntamiento que no eran capaces de estar sólos en las oficinas. Decidimos que con la sugestión reinante, el ambiente era propicio para gastar la broma perfecta...
.



CONTINUARA........

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah!!! menos mal que continuará porque veía que se acababa la historia y que no aparecía la broma.
No entiendo porque los espíritus estan siempre tan cabreados y les suele dar por insultar. En fín, espero que la muerte no sea quedarnos por ahí pululando y completamente cabreados. A pesar de eso no soy excéptico sobre el tema en absoluto. Feliz Navidad . FRAN

pichiri dijo...

La verdad es que conocia lo de la broma, aunque me encantará leerla de nuevo.Lo que no sabia es lo de la sicofonia que has relatado.
Entre desaparecer totalmente o quedar, aunque sea en otra dimensión, prefiero lo segundo. Yo pienso que lo de los insultos se debe a que los molestamos en sus quehaceres e intimidades fantasmagoricas y de ahí su cabreo.
Un abrazo.

JuanRa Diablo dijo...

Historia perfecta para contar en noche de invierno junto a la chimenea. Y luego a ver quién es el guapo que se va a dormir...

Txema Rico dijo...

Joer Tomás...aunque conocía la historia e incluso escuché en su dia la grabación..me he cagao "psiqui" con tu relato...Quin poble més peculiar...lo que no pase allí....ja ja ja...
Feliz 09

Pecosa dijo...

Verás, estaba en la habitación, es tarde para ponerme una peli, pero no quería irme a dormir ya, y he pensado: "ostras, que aún tengo que acabar el blog de Tomi", y me he pasado por aquí. Maldita la hora. Ahora tengo miedo.

En serio, ¿eso es verdad? Yo me muero. ¡Y ahora me va a costar dormir! Ufff...

P.D: ¡anda! ¡Eres policía! Qué gracioso, te imaginaba con algún trabajo en plan carpintero, o artesano, ¡jajaja! Será por lo de la restauración, que ya me había montado la película...

P.D2: lo de vuestro ratón me ha recordado a La Milla Verde, ¿la has visto? Sucede en una prisión, y también hay un ratón que hace sus apariciones estelares de vez en cuando.

Me reitero, ¡qué miedo!