Cualquier hora es detestable cuando un despertador suena y el sueño está agarrado a tu cuerpo como una sanguijuela.
A pesar de que era la una y media del medio día cuando oí el suave tintineo de la alarma del móvil, me pareció igual de odioso como si fueran las cinco de la mañana.
Había estado trabajando hasta las seis de la mañana, y, como de costumbre, vine a dormirme pasadas las nueve. Consciente de ello apuré al máximo la hora de alarma. "La una y media será suficiente si muevo el culo rápido" - había pensado mientras la ponía. Tenía una sola tarea que hacer, ir al banco e ingresar la cuota de la hipoteca antes de las dos, hora de cierre. Era el último día y no iba a permitir que añadieran un céntimo de demora al atraco de cuota mensual en la que se ha convertido la compra de mi casa.
Abrí los ojos sin mucho convencimiento, estuve a un “plis” de decir: "a tomar por culo, el lunes voy", pero un impulso desconocido me sacó de la cama y me dejó sentado en el borde. Me vestí con desgana y salí directamente sin hacer escala ni en el baño ni en la cocina. Tenía los ojos pegados y mi lengua estaba atrapada contra mi paladar como si toda ella fuera una maraña de papel celofán. No quise espabilarme ni lavarme la cara para que el sueño no se me pasara, y retomarlo de nuevo a la vuelta.
De camino al banco comencé a cabrearme con el mundo. El rito mensual de pagar esa cantidad de dinero me pone de muy mal humor. Cada vez que lo hago es como si cerrara un mal negocio a sabiendas.
Mientras conducía estuve pensando en que los putos bancos siempre ganan dinero, les da igual que el euribor suba de cojones, ellos subirán nuestras cuotas a la par para no perder un jodido céntimo. Les da igual que uno pague 300 euros más de su hipoteca, pero no serán capaces de dejar de ganar ni un euro. El caso es que encima salen en los telediarios vanagloriándose de que el BBVA, por decir uno, ha ganado el año anterior 13.000 o 20.000 millones de euros de beneficio.
¡¡ Encima presumen los muy usureros!!
Entre el sueño y mi odio creciente estaba en uno de esos días en los que mejor no se me despegue la lengua.
A la llegada al banco el tiempo comenzó a correr a toda velocidad. No había ni un hueco para aparcar y la doble fila no era solución. Había un guardia pululando por la zona y no fui capaz de echarle morro, así que me tocó irme a la venta la puñeta. Y el reloj corriendo.
Dejé el coche igualmente mal, y encima no podría mirar desde la puerta del banco si molestaba. "Joder con el puto guardia" pensé cuando lo ví justo en la isleta que hay enfrente del banco, cruzado de brazos.
Entré y miré el reloj que había detrás del cajero. Marcaba las dos menos doce minutos. Había tres personas, dos jóvenes y una vieja, -mal rollo- "Como alguien se enrollé de más, ya no llego". Empecé a hacer cálculo mental, -tres minutos por persona y llego- Tenía que sacar el importe en efectivo e ingresarlo en otra entidad que está a escasos metros, donde tengo el préstamo, -porque estos hijos de puta te cobran si lo haces por transferencia, cómo no! Siempre a su servicio, pero cobrándote por todo!!
El cajero atendió con poca diligencia, o eso me pareció Para colmo la bromita de conocidos con el último. Cuando se marchó no pude reprimir un : "Vengaaa coñooo"- entre dientes, claro. Es evidente que cuando uno tiene prisa el mundo se ralentiza para joderte.
Cuando llegó el turno de la vieja comencé a desesperarme. Para empezar me irritó ver como ni tan siquiera había previsto tener la cartilla a mano. Dejó su bolso sobre el mostrador con la misma parsimonia de un perezoso y comenzó a buscar su cartilla. La primera gestión, comprobar que su pensión ha sido ingresada:
"Cómo no, estos viejos no pueden dormir hasta que no ven que la pensión está bien impresa en su cartilla". Comencé a dar golpecitos insonoros con mi pie impulsivamente. Terminada la impresión de su cartilla se puso a buscar otro papelujo, lo sacó con la misma lentitud y le preguntó al cajero algo sobre él; éste intentó explicarle, pero en su gesto se presumía que sería una tarea inútil, pues no iba a entender nada, como así fue. El cajero pudo comprobar mi prisa al ver mi estampa. Comencé a resoplar sonoramente, "Ya no llego" - me convencí-
Ya no me consolaba saber que podría seguir durmiendo cuando llegara a casa porque mi irritación había fulminado mi somnolencia, así que sólo me quedaba esperar que la jodida vieja acabara sus gestiones y tener la suerte de que me atendieran en el otro banco. Con todo, aún le quedaba un recibo no domiciliado por pagar. El cajero, en un gesto estudiado, le señaló con una sonrisa cínica un cartel que había en el mostrador que decía: PAGO DE RECIBOS NO DOMICILIADOS HASTA LAS 11,00 h. Le costó un buen rato entenderlo, como era de esperar, y creo que se fue sin terminar de hacerlo. Finalmente, metió su papelujo, su cartilla y su recibo no domiciliado en su bolso y con la misma desesperante lentitud se giro sobre sí misma. Sólo me quedaba el consuelo de echarle una mirada homicida y hacerle sentir mi irritación .
Entonces ocurrió algo que todavía no he olvidado y de lo que me arrepentí absolutamente. Antes de marcharse me miró con una tímida sonrisa que intentaba diluir la vergüenza del que es consciente de sus limitaciones, pero que de inmediato sofocó al ver la dureza de mi semblante. Aquella mujer estaba tan acostumbrada a sentir las molestias de su lentitud, que me estaba pidiendo con su mirada una disculpa por su torpeza. Pero yo tenía mi mirada fulminante tan dispuesta que disparé sin leer la suya. No me dio tiempo a rectificarla a tiempo, la anciana bajó su mirada asumiendo que yo era una de esas personas que no perdona el delito de hacerse viejo, y que no, que no perdonaba ni su torpeza ni su lentitud.
Cuando me di cuenta, me sentí absolutamente desolado. Le había clavado una mirada como una puñalada. Me sentí como un asesino que se equivoca de víctima, como si mi mirada fuera un tiro que se me escapó sin quererlo.
Me quedé plantado delante del mostrador, tuve que disimular ante el cajero mi desolación mientras la veía marcharse despacio. Sentí una angustia creciente cuando supe que lo que había ocurrido iba a costarme mucho olvidarlo. Olvidé por completo mis prisas y me sentí parte de ese mundo que tanto detesto de gente egoísta y deshumanizada. Intenté consolarme pensando que yo no soy así, que fue un accidente, pero aquella anciana se quedó con mi mirada de desprecio, y cuando salí del banco sólo pensaba en cómo reparar aquel incidente.
Cuando salí afuera la vi cómo se alejaba con su paso lento. Apreté los dedos de mis pies contra el suelo, reprimiendo el primer paso hacia ella. Me dije "Corre y discúlpate, dile algo, hazlo ahora o no te lo perdonaras nunca", pero me quedé quieto como una estatua. ¿Qué podía decirle?. "Esa disculpa sólo puedo aclararla en mi cabeza", pensé.
Entonces ví como la anciana se quedaba parada en un paso de cebra. Me apresuré a ir a por mi coche con la idea de llegar a su altura y darle paso con una sonrisa o algo así, pero llegado a su punto la anciana ya había cruzado. Pasé a su lado una calle más abajo de donde esperaba para cruzar. Pude imaginar que ya se dirigía a casa, segura de que allí se sentiría mucho mejor, a salvo de miradas impacientes y de un mundo que va demasiado deprisa para ella.
Pensé en que esa mañana se vistió despacito para salir a la calle, y resolver sus asuntos, y que se había marchado sin resolver nada. Me pregunté si, como yo, estaba pensando en esa mirada.
Me quedé mirando por el retrovisor hasta que la perdí de vista.
No me disculpé. No supe cómo hacerlo. Sólo sé que cada vez que lo recuerdo siento con toda mi alma aquel incidente, y me hubiera encantado tener el valor de decirle: "Señora, siento mucho cómo la he mirado, disculpe mi torpeza".
Abrí los ojos sin mucho convencimiento, estuve a un “plis” de decir: "a tomar por culo, el lunes voy", pero un impulso desconocido me sacó de la cama y me dejó sentado en el borde. Me vestí con desgana y salí directamente sin hacer escala ni en el baño ni en la cocina. Tenía los ojos pegados y mi lengua estaba atrapada contra mi paladar como si toda ella fuera una maraña de papel celofán. No quise espabilarme ni lavarme la cara para que el sueño no se me pasara, y retomarlo de nuevo a la vuelta.
De camino al banco comencé a cabrearme con el mundo. El rito mensual de pagar esa cantidad de dinero me pone de muy mal humor. Cada vez que lo hago es como si cerrara un mal negocio a sabiendas.
Mientras conducía estuve pensando en que los putos bancos siempre ganan dinero, les da igual que el euribor suba de cojones, ellos subirán nuestras cuotas a la par para no perder un jodido céntimo. Les da igual que uno pague 300 euros más de su hipoteca, pero no serán capaces de dejar de ganar ni un euro. El caso es que encima salen en los telediarios vanagloriándose de que el BBVA, por decir uno, ha ganado el año anterior 13.000 o 20.000 millones de euros de beneficio.
¡¡ Encima presumen los muy usureros!!
Entre el sueño y mi odio creciente estaba en uno de esos días en los que mejor no se me despegue la lengua.
A la llegada al banco el tiempo comenzó a correr a toda velocidad. No había ni un hueco para aparcar y la doble fila no era solución. Había un guardia pululando por la zona y no fui capaz de echarle morro, así que me tocó irme a la venta la puñeta. Y el reloj corriendo.
Dejé el coche igualmente mal, y encima no podría mirar desde la puerta del banco si molestaba. "Joder con el puto guardia" pensé cuando lo ví justo en la isleta que hay enfrente del banco, cruzado de brazos.
Entré y miré el reloj que había detrás del cajero. Marcaba las dos menos doce minutos. Había tres personas, dos jóvenes y una vieja, -mal rollo- "Como alguien se enrollé de más, ya no llego". Empecé a hacer cálculo mental, -tres minutos por persona y llego- Tenía que sacar el importe en efectivo e ingresarlo en otra entidad que está a escasos metros, donde tengo el préstamo, -porque estos hijos de puta te cobran si lo haces por transferencia, cómo no! Siempre a su servicio, pero cobrándote por todo!!
El cajero atendió con poca diligencia, o eso me pareció Para colmo la bromita de conocidos con el último. Cuando se marchó no pude reprimir un : "Vengaaa coñooo"- entre dientes, claro. Es evidente que cuando uno tiene prisa el mundo se ralentiza para joderte.
Cuando llegó el turno de la vieja comencé a desesperarme. Para empezar me irritó ver como ni tan siquiera había previsto tener la cartilla a mano. Dejó su bolso sobre el mostrador con la misma parsimonia de un perezoso y comenzó a buscar su cartilla. La primera gestión, comprobar que su pensión ha sido ingresada:
"Cómo no, estos viejos no pueden dormir hasta que no ven que la pensión está bien impresa en su cartilla". Comencé a dar golpecitos insonoros con mi pie impulsivamente. Terminada la impresión de su cartilla se puso a buscar otro papelujo, lo sacó con la misma lentitud y le preguntó al cajero algo sobre él; éste intentó explicarle, pero en su gesto se presumía que sería una tarea inútil, pues no iba a entender nada, como así fue. El cajero pudo comprobar mi prisa al ver mi estampa. Comencé a resoplar sonoramente, "Ya no llego" - me convencí-
Ya no me consolaba saber que podría seguir durmiendo cuando llegara a casa porque mi irritación había fulminado mi somnolencia, así que sólo me quedaba esperar que la jodida vieja acabara sus gestiones y tener la suerte de que me atendieran en el otro banco. Con todo, aún le quedaba un recibo no domiciliado por pagar. El cajero, en un gesto estudiado, le señaló con una sonrisa cínica un cartel que había en el mostrador que decía: PAGO DE RECIBOS NO DOMICILIADOS HASTA LAS 11,00 h. Le costó un buen rato entenderlo, como era de esperar, y creo que se fue sin terminar de hacerlo. Finalmente, metió su papelujo, su cartilla y su recibo no domiciliado en su bolso y con la misma desesperante lentitud se giro sobre sí misma. Sólo me quedaba el consuelo de echarle una mirada homicida y hacerle sentir mi irritación .
Entonces ocurrió algo que todavía no he olvidado y de lo que me arrepentí absolutamente. Antes de marcharse me miró con una tímida sonrisa que intentaba diluir la vergüenza del que es consciente de sus limitaciones, pero que de inmediato sofocó al ver la dureza de mi semblante. Aquella mujer estaba tan acostumbrada a sentir las molestias de su lentitud, que me estaba pidiendo con su mirada una disculpa por su torpeza. Pero yo tenía mi mirada fulminante tan dispuesta que disparé sin leer la suya. No me dio tiempo a rectificarla a tiempo, la anciana bajó su mirada asumiendo que yo era una de esas personas que no perdona el delito de hacerse viejo, y que no, que no perdonaba ni su torpeza ni su lentitud.
Cuando me di cuenta, me sentí absolutamente desolado. Le había clavado una mirada como una puñalada. Me sentí como un asesino que se equivoca de víctima, como si mi mirada fuera un tiro que se me escapó sin quererlo.
Me quedé plantado delante del mostrador, tuve que disimular ante el cajero mi desolación mientras la veía marcharse despacio. Sentí una angustia creciente cuando supe que lo que había ocurrido iba a costarme mucho olvidarlo. Olvidé por completo mis prisas y me sentí parte de ese mundo que tanto detesto de gente egoísta y deshumanizada. Intenté consolarme pensando que yo no soy así, que fue un accidente, pero aquella anciana se quedó con mi mirada de desprecio, y cuando salí del banco sólo pensaba en cómo reparar aquel incidente.
Cuando salí afuera la vi cómo se alejaba con su paso lento. Apreté los dedos de mis pies contra el suelo, reprimiendo el primer paso hacia ella. Me dije "Corre y discúlpate, dile algo, hazlo ahora o no te lo perdonaras nunca", pero me quedé quieto como una estatua. ¿Qué podía decirle?. "Esa disculpa sólo puedo aclararla en mi cabeza", pensé.
Entonces ví como la anciana se quedaba parada en un paso de cebra. Me apresuré a ir a por mi coche con la idea de llegar a su altura y darle paso con una sonrisa o algo así, pero llegado a su punto la anciana ya había cruzado. Pasé a su lado una calle más abajo de donde esperaba para cruzar. Pude imaginar que ya se dirigía a casa, segura de que allí se sentiría mucho mejor, a salvo de miradas impacientes y de un mundo que va demasiado deprisa para ella.
Pensé en que esa mañana se vistió despacito para salir a la calle, y resolver sus asuntos, y que se había marchado sin resolver nada. Me pregunté si, como yo, estaba pensando en esa mirada.
Me quedé mirando por el retrovisor hasta que la perdí de vista.
No me disculpé. No supe cómo hacerlo. Sólo sé que cada vez que lo recuerdo siento con toda mi alma aquel incidente, y me hubiera encantado tener el valor de decirle: "Señora, siento mucho cómo la he mirado, disculpe mi torpeza".
8 comentarios:
Tomás, me quito el sombrero.
Qué bien has sabido reflejar el tremendo mal humor de aquel día en el que también apareció la parte sensible que sabemos que tienes. Hasta el título es perfecto porque tu fulminaste a la anciana con tu mirada, pero sus ojos también te mataron a tí.
Espero que te encuentres algún día con ella y seas capaz de enmendar aquel fatal instante. Sigue así. Me ha gustado mucho.
Vaya, vaya...hay que madrugar un pelín más...de todas formas es de sabios aceptar los errores e intentar enmendarlos. Tengo una duda que emana de tu relato: PAGASTE O NO LA PUTA HIPOTECA A TIEMPO?...ja ja ja...
por cierto muy chula la foto de la Sra. Pollastra...PROU!!!
uy, uy, uy...creo que he metido la "leg" hasta el fondo y la foto que ilustra tu post no es de la Sra. Pollastra (D.E.P)...
Es una historia triste...entiendo perfectamente ese peso en tu conciencia..pero tal vez esta experiencia te sirva,para saber que nunca es tarde y que si estàs a tiempo en alguna otra ocasiòn de corregirte,lo hagas,porque esta historia podìa haber tenido otro final,mucho màs dulce.
SISTER
Recientemente en Formentera, esperando el barco que nos trasladaría de nuevo a Ibiza, tuve la ocasión de escuchar una conversación de una anciana muy dulce con su nieto. Por más que ella intentara interesarse por los asuntos de su nieto, el adolescente le respondía con malos gestos como si diciendo "A ver si te callas pesada"...También me dieron ganas de levantarme y con un tirón de orejas decirle: Tú también llegarás a viejo y si triste es ir perdiendo todos tus sentidos, peor es ver que no se te perdona por ello. FRAN
Hola Tomás, esto que has escrito es muy bonito, y el hecho de hacerlo publico lo convierte en extraordinario, y seguro que la buena vibración de lo escrito le ha llegado a la señora, aunque la volveras a ver.
El que este libre de pecado que tire el primer pedrusco...
Aprovecho para mandarte saludicos desde Elx, y decirte que me gusta tu estilo directo y "visceral". B7
me a gustado mucho como expones ambas caras de la moneda en el momento en que no razonamos y solo pensamos en nosotros, hasta el fatidico momento en que alguien nos recuerda que todos somos iguales y que en un momento dado estaremos en los zapatos de quienes mas criticamos.
me encanta tu estilo hombre... bendiciones desde El Salvador America Central
Estoy totalmente de acuerdo con lo dicho en los demás comentarios, es increíble como has sabido expresar el sueño que tenías, tu impaciencia, la lentitud de la señora, la mirada fulminante, la vergüenza y el arrepentimiento.
Me ha parecido especialmente bonito el momento en el que dices que pensabas ir a por tu coche para darle paso a la viejita con una sonrisa de oreja a oreja. No todo el mundo hubiera pensado como tú.
Publicar un comentario